El Espíritu Santo

 


Doctrinas Fundamentales de las Sagradas Escrituras

Capítulo 4

I. El Espíritu Santo.

Al Espíritu Santo, se le puede sentir, palpar y oír. Si así Dios lo permite. El Espíritu Santo, es Jesús con su Espíritu. Él dijo: que era necesario que él se fuera, para que el Espíritu Santo viniera. Y así fue. El Espíritu Santo es uno con El Padre y El Hijo de Dios. Yo en ellos, y tú en mí, le dijo Jesús a su Padre. Para que sean perfectos en unidad. Para que el mundo conozca que Dios envió a Jesús. Y que nos ha amado a nosotros como a Jesús. Juan 17:23.

 

Por esta razón es de mucha importancia conocer al Espíritu Santo. Porque es Jesús en nosotros y con nosotros. Es Jesús guiándonos con su Espíritu a toda verdad. Y es completamente necesario mantener una relación con Jesús en oración. Pidiendo que nos hable. Para conocerlo, para cumplir sus propósitos eternos. Hay que pedir a Jesús su Espíritu Santo, él le agrada darnos su Espíritu Santo, a todo el que se lo pida. Luc 11:13.

 

A. El Espíritu Santo en las Escrituras.

El Espíritu de Dios mencionado en el Antiguo Testamento, no es distinto al Espíritu Santo del Nuevo Testamento. Es el mismo Espíritu de Dios. Es llamado Espíritu Santo en el Nuevo Testamento. Ya que Jesús santificó el Nombre de Dios, profanado por Israel entre los pueblos.

 

En el Antiguo Testamento, en el libro de Génesis, comienza hablando del Espíritu de Dios, que se movía sobre la faz de las aguas. Sin más explicaciones o introducción alguna. En concordancia tenemos una revelación progresiva en la Biblia, cada vez más clara en el Nuevo Testamento del Espíritu Santo. Culminando con el Apocalipsis, lo menciona en su último capítulo.

 

En toda la escritura, 23 libros del Antiguo Testamento lo mencionan. Así también todos los libros del Nuevo Testamento, salvo la epístola de Filemón y 2 y 3 Juan, que no mencionan a la persona del Espíritu Santo, de manera directa. Ejemplo el versículo de Filemón 1:6, que dice: todo bien que está en ellos por Cristo Jesús, refiriéndose al Espíritu Santo.

 

También dice: que han sido confortados los corazones de los santos. Fil 6,7. Esto solo sucede por el Espíritu Santo. Ya que nadie puede llamar a Jesús Señor sino por el Espíritu Santo y él es él que consuela, conforta. Como lo escribe el apóstol en la carta a corintios. 1 Cor 12:3; 2 Cor 1:4.

 

La presencia del Espíritu de Dios; es descrita en el libro de Job. Job es el escrito más antiguo. Este menciona, no solo que el Espíritu de Dios lo hizo, sino que el soplo del Omnipotente le dio vida. Resaltando el poderío de Dios y de su Espíritu. Job. 33:4. En el libro de Isaías: 30:1; Se advierte hay de los hijos que se apartan y se colocan cubierta, no de mi Espíritu. Porque solo el Espíritu Santo es nuestra cobertura; Luc 24:49.

 

Dios comienza su obra creadora diciéndonos que su Espíritu se movía sobre la faz de las aguas. Gen 1:2.

 

De igual forma el Espíritu de Dios, ejecutando su palabra en la formación de los océanos y mares. Y todas las aguas existentes sobre la faz de la tierra. Fue el Espíritu de Dios creando junto a Dios. Cuando por su palabra, el cual es Jesús. Fueron ordenadas y establecidas cada cosa en su lugar. Prov. 8:30; Sal 119:91. Dios refiere esta verdad también en Job cap. 38:5,8.

 

En su sabiduría e inteligencia Dios ordenaba por su Espíritu todo. En el principio Dios ordenaba hacer todas las cosas y la palabra creadora, antes la diestra de Dios ahora es Jesús, el Hijo de Dios, sentado a la diestra de Dios. Ejecutaba por el Espíritu Santo la orden de Dios Padre. Por él fueron creadas todas las cosas, y sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho. Juan 1:1-3.

 

En este sentido el salmista nos dice que por la palabra de Dios fueron hechos los cielos y la tierra, por el soplo de su boca. Salmo 33:6. Dando entender que esta operación o ejecución de la palabra de Dios, de su voluntad creadora. Fue realizada por su Espíritu. Jesús se refiere al Espíritu como el dedo de Dios. Por el dedo de Dios, Él hacía la obra de Dios de liberar al cautivo. Luc 11:20. También el Faraón menciona al dedo de Dios, refiriéndose al Espíritu de Dios. Como el ejecutor de las cosas. Cuando Dios envió plagas de piojo a Egipto. Ex 8:19.

 

En este mismo orden, Moisés también escribe, que por el dedo de Dios fueron escritas las Tablas del Testimonio de la Ley. Eran tablas escritas con el dedo de Dios, que Dios se las había entregado a Moisés para enseñar al pueblo. Refiriéndose también a la ejecución de la palabra de Dios por el Espíritu Santo. Ex 31:18. De 9:10. 

 

Dada la importancia del Espíritu de Dios, desde el principio; no el principio que nos imaginamos en la relación a lo existente, sino siempre Eterno. El Espíritu Santo merece nuestra atención.

 

En el nuevo testamento Juan principia la narración de la Escritura del Evangelio, hablándonos claramente que la palabra es Jesús, que sin él nada de lo que sido hecho fuese. El Eterno creador, vino a este mundo y se hizo semejante a los hombres. Juan 1:1-3.  El Hijo siempre es mencionado en las escrituras, desde el principio de la creación, al igual que su Espíritu.

 

En este orden encontramos, que uno de los grandes temas del discurso de despedida de Jesús a sus discípulos, en el aposento alto, fue el Espíritu Santo. Jesús cuando resucitó, les recuerda la promesa del Padre a sus discípulos. Esta promesa anunciada por el Padre a los profetas. Era la promesa de ser investidos de poder desde lo alto. Promesa dada por medio del Profeta Ezequiel, Isaías, Joel y en Proverbios. 36:25-27; 39:29; Isaías 44:3; Zac 12:10; Joel 2:27-29; Proverbios 1:23.

 

Continuando con la promesa, sus discípulos la reciben 10 días después de su partida al cielo, en el aposento alto. Jesús les dijo que se quedaran en Jerusalén hasta que recibieron la promesa. El día que se celebraba la fiesta del pentecostés, 50 días después de la pascua, lo reciben. He 2:1-4. El Espíritu que estaba sobre el Mesías. Isa 42:1; 61:1; Luc 4:18. Y que solo él lo podía enviar después de su glorificación. Juan 7:39; Luc 24:49; He 1:2-4.

 

Por consiguiente, la palabra de Dios sin el Espíritu de Dios es inerte, ella es la espada del Espíritu de Dios. La Biblia es dirigida como una espada por el Espíritu para aclarar el entendimiento y comprender la voluntad de Dios para la humanidad. Efe 6:17. El Apóstol en el Nuevo Testamento confirma, con este indicativo, que Dios es uno. En Unidad de operaciones. El Espíritu Santo por tanto debe estar presente en nuestras vidas, para ejecutar toda la obra de Dios. Así como lo tuvo al principio. Entendiéndose que por la palabra de Dios fueron hechas todas las cosas.

 

El Apocalipsis nos narra un versículo especial sobre el Espíritu, refiriéndose al Espíritu de Dios Santo; y la esposa, refiriéndose a la iglesia, dicen: ven; refiriéndose a que venga Jesús.  Y el que oye, diga: Ven.  Y el que tiene sed, venga. Y el que quiera, tome el agua de la vida gratuitamente. Ap. 22:17.

   

B. El Espíritu Santo en la revelación especial.

Toda la Escritura fue inspirada por el Espíritu Santo. Y nunca fue traída por voluntad humana. 2Tm 3:16; 2 Ped 1:21. Fue enviada a escribir por voluntad de Dios e inspirada por su Espíritu; para que los santos hombres de Dios la escribieran, preservarán y guardarán.

 

Es tanto así que hoy en día han permanecido sus escritos. Por el magnífico Espíritu de Dios, quien la preservó de errores. En cuanto a doctrina fundamental se refiere; a pesar de la variedad en las traducciones de las Escrituras en diversas lenguas.

 

En las Escrituras aparecen términos que denotan su revelación Divina e inspirada por su Espíritu, tales como: Para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra. Ex 9:16. Los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Sal 19:1. De igual forma cuando Dios la envió a Escribir fue para memoria. Ex 17:14. Y también porque su palabra se cumpliría conforme a los pactos que Dios hizo con su pueblo Israel. Ex 34:27. Los profetas escribieron las visiones que el Espíritu de Dios le anunciaba los acontecimientos del porvenir. Ez 37:1.

 

Es importante comprender que, a los escribas o escritores, el Espíritu de Dios le especificaba que se deberían escribir en un rollo de libro, todas las palabras que Dios les había dado, para su permanencia, y legalidad.

 

Pero a pesar de que fueron también quemadas, las escrituras de los profetas fueron dadas a los escribas, como el caso de las profecías de Jeremías. Dios las vuelve a enviar a escribir.

 

Porque fueron inspiradas por su Espíritu. Jer 36:5, 28. Escribieron todos los escritos desde Génesis hasta apocalipsis, por inspiración del Espíritu Santo. Apo 1:19

   

C. El Espíritu en el Antiguo Testamento.

1. El Espíritu de Dios con los siervos de Dios.

a. En los profetas.

Moisés después de haber orado a Dios, por las impertinencias del pueblo de Israel, Dios le dijo: que pondría del Espíritu que había en él y lo colocaría en los 70 hombres ancianos, para que llevaran juntamente con él la carga. Núm. 11:25.

 

En esta razón descendió Dios y así sucedió. Y profetizaron, por única vez, ya que el Espíritu no era permanente. Solo con el propósito de que el pueblo entendiera, los ancianos profetizaron.

 

Encontramos a Moisés en el escrito del libro de Deuteronomio. Moisés quien es su autor y presenta una de las más importantes profecías del Mesías. De 18:15. Y este libro le recuerda a la gente como Dios había estado guiándonos con su Espíritu, desde los tiempos del cautiverio en Egipto.

 

Es notable visualizar que los líderes y profetas destacados en la antigüedad, fueron guiados por el Espíritu; como lo fue Moisés, que habló cara a cara con Dios. Ex 33.11.  De igual forma Elías oyó la voz de Dios. 1 Reyes 19:13; Elías fue de un lugar a otro, por el Espíritu, para cumplir los propósitos de Dios.

 

También recibían la presencia del Espíritu Santo. Y por esto profetizaban. Y hablaban al pueblo. Los más notables hechos lo encontramos en el libro de Ezequiel. Afirma que el Espíritu de Dios vino sobre él y le dijo lo que hacía la casa de Israel. Ez 11:5.

 

Luego el Espíritu lo lleva a una visión, la que posteriormente muestra a los cautivos. 11: 24-25. Y de esta forma una interesante visión del valle de los huesos secos. 37. Y en contraste, la renovación del Espíritu en su pueblo para que conozcan y honren a Dios. 36

 

b. En los sacerdotes.

En los sacerdotes también venía el Espíritu de Dios. Para hablar a los reyes y al pueblo. 2 Cro 15:1. Y Dios escogió a Samuel. El recibe palabra de Dios, sin aun conocer a Jehová, ni su palabra. Dios le habla a través de su Espíritu. 1 Sam 3:7-9

 

c. En los Jueces.

Es interesante observar que Dios le indica al mismo Josué, que como estuvo con Moisés, estará con él, no lo dejará ni lo desamparará. Le pide que se esfuerce y sea valiente. Que cumpla la ley y que no se aparte de ella. Josué 1:5.7.

 

En este sentido es así como se derrumban los muros de Jericó y el sol y la luna se detienen, solo por el poder del Espíritu Santo, al mandato de Josué. Jos 6:20; 10:12.

 

Por supuesto que fue por fe como nos indica el libro de hebreos, pero con su Espíritu. Heb 11:30. Jesús también les indica a sus discípulos que guarden sus mandamientos para manifestarse en él. Es decir: el que guarda sus mandamientos. Jua 14:21.

 

El pueblo de Dios, creían que eran los Jueces que lo dirigían, no entendían que Dios quería guiarlos por su Espíritu. Y que era su Espíritu que dirigía a los jueces. A pesar de esto, el Espíritu estuvo presente en los jueces, para ejecutar su liderazgo delante del pueblo de Dios. Y de esta manera poder guiar Dios.

 

Los heroicos Jueces Otoniel, Gedeón, Jefté y Sansón, no hubiesen logrado sus proezas, si el Espíritu de Dios no estuviera sobre ellos. El Espíritu de Dios vino sobre Otoniel y le hizo capaz de librar a los israelitas de la mano del rey de Siria. Jue 3:10. Los israelitas también por la presencia de su Espíritu, fueron librados de los abiezeritas por las manos de Gedeón. Jue. 6.34.

 

Debe señalarse también que Dios dotó a Jefté con su Espíritu, y entregó en sus manos a los amonitas y así fueron sometidos por los israelitas. Jue. 11.32-33. Y luego la fuerza y el poder de las hazañas de Sansón fueron de parte de su Espíritu, para poder pelear contra los filisteos, derrotándolos.

 

d. En los Reyes.

El autor de importantes cánticos que aparecen en los salmos fue el Rey David, el cual Dios ungió con su Espíritu, para ser no sólo Rey, sino profeta y salmista. Por supuesto siendo inspirado por el mismo Espíritu, en la composición de gran parte de los salmos.

 

Este siervo de Dios, como todo hombre cometió graves errores que le costaron terribles consecuencias, que aún se menciona, para denotar su personalidad pecaminosa, para hacernos entender su humanidad.

 

Sin embargo, el rey David, fue el mismo que dijo no quites de mí tu Santo Espíritu. Sal 51:11-12. Sabiendo el Rey David la importancia que este tenía para su vida. Y escribió también el rey David, vuélveme el gozo de tu salvación, refiriéndose al Espíritu de Dios. Luego en su continua plegaria, que muestra en sus cánticos, reconoce: a dónde me iré de tú Espíritu y de tú presencia, luego pide al buen Espíritu de Dios que lo guíe. Sal 139.7, 143.10.

 

D. Promesa del Espíritu Santo.

1. Propósito de su promesa.

a. Para hacerles saber su palabra.  En Proverbios. 1:23

b. Para Santificar su Gran Nombre. Profecía de Ezequiel. 36:23

c. Para ser una nueva criatura. Cambiando de mente y corazón. Profecía de Ezequiel. 36:26

d. Para que le obedezcan. Profecía de Ezequiel. 36:27  

e. Para profetizar, soñar sueños y ver visiones. Profecía de Joel. 2:28-29

f. Para ser fortalecidos y consolados. Jua 14:26; Efe 3:16

g. Para ser investidos de poder para ser sus testigos. Y anunciar a Jesús.  He 1:8

 

2. Historia de la promesa.

El Espíritu de Dios como hemos mencionado estaba en la creación. Cuando Dios creó los cielos y la tierra estaba su Espíritu sobre la faz de las aguas. Cuando formó al hombre allí estaba infundiendo aliento de vida. Y cuando estaba creando Dios anunciaba la palabra.

 

Después de multiplicarse los hombres sobre la tierra. Empezó a aumentar la violencia, y la maldad. Dios decide que su Espíritu no contenderá más con el hombre. Porque su corazón desde su juventud se inclinaba hacia el mal. Gén 6:3, 8:21.

 

En este sentido el rol del Espíritu Santo era contender con el hombre, para hacerlo volverlo al bien, a Dios. Pero Dios decide destruir toda la raza humana, y con esta el mundo que le había creado. Pero Noé halló gracia delante de Dios. Dios decidió salvarlo a él y a su familia. Pero ya él Espíritu de Dios no estaba.

 

En la generación de Noé, en la de su hijo Sem. Dios se presenta personalmente a hablar con Abraham. Le hace promesas a Abraham. Luego a la descendencia de Abraham, en el desierto le envía a su Espíritu Santo.

 

Por consiguiente, a la descendencia de Abraham, el pueblo escogido por Dios de los hijos de Jacob, a quien llamó Israel, los guía con su Espíritu por el desierto. Su Espíritu Santo estuvo de tienda en tienda en el tabernáculo de reunión, en el lugar santísimo. Luego en el templo hecho por el rey Salomón estuvo estable, porque los hijos de Israel adoraban en ese lugar. 

 

 Pero todo no anduvo perfecto, como Dios. Los hijos de Israel cuando pidieron rey estuvieron 430 años en constante rebeldía con Dios, después del rey David. Estuvieron desobedeciendo sus leyes, sus preceptos y mandamientos. Por lo cual Dios los deportó. Primero con Asiria, exilio a Israel.  Y luego Judá los exilio con el imperio Babilónico.

 

En su amor hacia su nombre, por su siervo David y por su pueblo, les envió profetas, pero ellos no los escucharon. Y fue a través del profeta Ezequiel. Dios le revela que su Espíritu sale del templo y va al cielo. Pero a través del mismo profeta Ezequiel les promete su Espíritu, y así como estuvo en el desierto estaría con ellos.

 

Promesa que cumplió después de la glorificación de su hijo Jesús. Quien envió su Espíritu Santo en el pentecostés para estar con nosotros para siempre.  Como estuvo en el desierto, que nos los abandono, no los dejo.

 

Su promesa fue cumplida. Es dada a todo aquel que cree en su hijo Jesucristo. Y Jesús es el único que nos da su Espíritu. El Espíritu del Padre que estuvo en Jesús, está en nosotros como su promesa y con nosotros. Porque Jesús prometió que estaría con nosotros, no nos dejaría solos. Jua 14:17. El Espíritu Santo nos guiará más allá de la muerte. Sal 48:14.

   

E. El Espíritu Santo en los Evangelios.

1. En Jesús.

a. Concebido por el Espíritu Santo. Mat 1:18.

b. Fue llevado por el Espíritu al desierto. Luc 4:1

c. En el bautizo de Jesús. Luc 3:22.

d. El Espíritu de Dios estaba sobre Él. Isa 61:1; Lucas 4:18.

e. Echo fuera los demonios por el Espíritu de Dios. Mat 12:28

f. Jesús nos bautiza en su Espíritu Santo. Mat 3:11; Luc 11:13; Jua 7:39

g. Resucito por el poder de su Espíritu Santo. Rom 1:4.

           

2. Promesa a los discípulos.

a. Juan lo anunció en el evangelio. Jua 1:33; 7:39; Mat 3:11.

b. Jesús ruega al Padre para enviarla. Lucas 24: 49ª.

c. Jesús mandó a esperarlo. Luc 24:49; Jua 14:26; He 1:2.

d. Jesús le dice que tienen que pedirlo al Padre. Luc 11:13.

e. El Espíritu Santo hablará en nuestra defensa. Marc 13:11; Luc 12:12.      

f. La promesa es dada y reciben al Espíritu Santo. Juan 20:22.

g. La promesa es recibida y son llenos del Espíritu Santo, investidos de poder para ser sus testigos. He 2:4.

 

F. El Espíritu Santo en el libro de los Hechos.

1. La promesa del Espíritu cumplida.

1.1. Jesús dio mandamiento a los discípulos.  1:2.         

1.2. La promesa del Padre esperada. 1:5. 

1.3. El poder recibido para ser sus testigos.   1:8,

1.4. La investidura recibida para ser sus testigos. 2:4.

 

2. Cumplida en Pentecostés.

2.1. La promesa del Padre recibida y están llenos del Espíritu. 2:1-3

2.2. Llenura del Espíritu Santo. 2:4

2.3. La promesa del Padre anunciada en Joel. 2:28; He 2:17   

2.4. La promesa recibida vista y oída. 2:33           

2.5. Por medio de su Espíritu eran añadidos a la iglesia, se hacían señales y grandes milagros. 2:47; 8:13

 

G. El Espíritu Santo y la Iglesia.

1. En los comienzos de la Iglesia.

a. Pedro lleno del Espíritu habla con denuedo y defensa. 4:8,31.

b. Pedro lleno del Espíritu discierne la mentira de Ananías. 5:3,9.     

c. Es dado a los que obedecen a la fe en Cristo. 5:32.    

d. Llenos de su Espíritu hacen el trabajo de su obra. 6:3.

e. El corazón del hombre resiste al Espíritu. 7:51.

f. Oran para recibir el Espíritu Santo. 8:15.

g. Recibieron también el Espíritu por imposición de las manos. 8:17.

h. El apóstol Pablo es sanado y lleno de su Espíritu Santo. 9:17.

i. Los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo. 13:52.

                           

2. El Poder del Espíritu Santo.

a. Ordena para explicar la palabra. 8:29.

b. Dirige para anunciar el evangelio. 8:35.

c. Habla a Pedro en un éxtasis. 10:10.       

d. Pedro en el concilio habla de la obra de Jesús. 10:38.          

e. Bautiza mientras oían a Pedro en el concilio. 10:44.

f. Bautizó también a los gentiles. 10:45.   

g. Habla con Pedro, para ir sin dudar a los gentiles. 11:12

h. Pedro recuerda lo prometido por el Señor. 11:16

i. Bernabé habla y se agrega una multitud. 11:24

j. Dios muestra el llamado de Bernabé y Saulo. 13:2     

k. Los discípulos permanecían llenos de su gozo. 13:52

l. Prohíbe hablar la palabra en Asia y Bitinia.  16:6-7

m. Pablo les recuerda el Bautismo y lo reciben. 19:2-6

n. Dice a Pablo lo que le espera por los judíos. 20:23

 

3. La Obra del Espíritu Santo en el que cree.

a. Guía a los creyentes a Jesús. Se recibe cuando se cree en Cristo. Y lo aparta para la redención. Y es la garantía de la salvación. Efes 1:13-14; He 8:34-37; 19:2.

b. Edifica y fortalece para hablar y seguir a Jesús. He 9:3-5; 14:3.

c. A través de sus discípulos continúa sanando. He 3:6-8; 4:22.

d. Descubre los planes de mentira del diablo. He 5:3.

e. Libra a los atormentados de espíritu. He 5:15-16.

f. Continúa haciendo la obra de Jesús. He 5:14; Mat 28:19-20.

g. Edifica a la iglesia. He 2:17; 1 Cor 14:12.

h. Habla con denuedo y llena a los que escuchan su palabra. He 4:13, 29, 31; 13: 46; 14:3.

i. Guía a toda la verdad. Jua 16:13; 13:27-39.

 

H. Anunciado en las cartas para las Iglesias.

1. La obra del Espíritu Santo en las Iglesias.

a. Derrama el amor de Dios. Rom 5:5.

b. Da testimonio a la conciencia. Rom 9:1.

c. Es justicia, paz y gozo en creer. Rom 14:17; 15:13.

d. Pureza, ciencia, bondad. Efe 5:9; 2 Cor 13:14.

e. Testifica, señales, prodigios, milagros, y repartir dones y ministerio, según su voluntad. Heb 2:4.

 

2. El fruto del Espíritu Santo.

El fruto del Espíritu Santo, en los discípulos de Jesús. Es para la edificación de la persona y de la iglesia.

 

El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza, justicia, verdad, virtud, conocimiento, dominio propio, paciencia, piedad y afecto fraternal. Gal 5:22-23; Efe 5:9; 2 Ped 1:5-8.

 

3. El don del Espíritu Santo para edificación.

Son para la edificación de la Iglesia. 1Cor 12:8-11.

 

4. ¿Cómo edifica a la iglesia el don del Espíritu Santo?

a. Consuela. Isa 66:13; 2Cor 1:4-7.

b. Exhorta. Ga 3:1-29.

c. Es el maestro, enseña. Heb 8:11; Jua 14:26.

d. Llena. Efe 5:18.

e. Renueva. 2Cor 4:16.

f. Plenitud. Efe 3:19.

g. Constituye la obra del ministerio. A apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros. Efe 4:11-13. A servir, exhortar, presidir. Rom 12:7-8; 3 Jua 1:2.

h. Ora e intercede. Judas 1:20; Rom 8:26.

i. Es Justicia, paz y gozo. Rom 14:17.

 

5. El propósito del Espíritu Santo.

a. Hacer que obedezcan a Dios. Y que crean en su hijo Jesús. Heb 10:15-19.

 

II. La importancia del Espíritu de Dios.

A. El Espíritu en el mundo.

1. El Espíritu de Dios en la creación.

El Espíritu de Dios en la creación. “La tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo”. Pero de inmediato nos dice las Escrituras que “el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”. El vocablo hebreo que traduce “movía” significa “aletear” o “revolotear”. Génesis 1:2.

 

Así, pues, desde el comienzo, el Espíritu de Dios se mostró en la creación juntamente con el Padre y con el Hijo. Dios “formó al hombre del polvo de la tierra” Génesis 2:7, el Espíritu de Dios intervino en ello. Indirectamente lo sabemos por la afirmación en Job 33:4: “El Espíritu de Dios me hizo, y el soplo del Omnipotente me dio vida”. Íntimamente se relaciona el Espíritu de Dios y el soplo o hálito: tanto “espíritu” como “soplo” derivan de la misma palabra hebrea.

 

De esta forma nos muestra las Escrituras como Jehová Dios “sopló en la nariz del ser que formó y dio aliento de vida, y el hombre fue un ser viviente”. El vocablo hebreo traducido por “soplo” no es el mismo que significa espíritu. Pero el hombre debe su vida a Dios, porque él sopló un espíritu para darle vida a la criatura que formó. Génesis 2:7.

 

Y el soplo de Dios que inició al hombre en su transitar terrenal, fue en realidad el Espíritu de Dios, tal como nos lo dice Job, que el Espíritu de Dios lo hizo y el soplo del omnipotente le dio vida. Job 33:4. E igual lo refiere el profeta Daniel en su libro; al Dios en cuyas manos está tu vida, exhortando al Rey de Babilonia. Dan 5: 23.

 

Luego en el Salmo 104:30, hay un poco más de claridad al respecto, avanza un paso más haciéndonos comprender el papel desempeñado por el Espíritu en la creación. El Espíritu Santo no sólo actuó en la formación de la tierra y del primer hombre, sino que también es el creador de la vida. “Envías tu Espíritu, son creados, y renuevas la faz de la tierra”.

 

¿Quiénes son los “creados” por el Espíritu? El Salmo 104, lo dice bien claro en todo su contexto, pero en los versículos 18–26, nos enteramos de que están incluidas las cabras montesas y las madrigueras para los conejos ver 18, bestias de las selvas tales como los leoncillos. Ver 20, 21, el hombre, ver 23, y cuanto vive en la tierra o en el mar. Ver 24, 25.

 

En este mismo orden, Dios alimenta lo que crea. Así, pues, los adoradores de Dios antes de la venida del Hijo de Dios, Jesucristo, estaban totalmente convencidos de que Dios tenía algo que ver con el crecimiento y maduración de los cereales. Una buena cosecha se la atribuían a Dios: “Él hace producir el heno para las bestias, y la hierba para el servicio del hombre, sacando el pan de la tierra”. Salmo 104:14-30.

 

En este mismo orden, en el capítulo 28 de Deuteronomio, se enunciaron las condiciones para bendiciones y maldiciones una vez llegados a la tierra prometida. Condiciones para Israel en cuanto a la obediencia a Dios. Y estas contaban con la promesa de bendición “bendito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra” y “te hará Jehová sobreabundar también, en el fruto de la tierra”. Recordando solemnemente en la fiesta de las primicias. Israel, reconocía formalmente a Dios como responsable y causante de la abundancia. Deuteronomio 28:4, 11.

 

Es importante conocer, al igual que lo refiere el apóstol Pablo en la carta a los hebreos, ¿Quién es el que sustenta todas las cosas? Solo Jesucristo es, el resplandor de su gloria, y la imagen de su sustancia. Él es el que sustenta todas las cosas con su palabra de su poder. Es él que desde el principio estaba creando en la Unidad del Espíritu. Por el poder de su Espíritu sustenta todas las cosas. Y no solo sustenta todas las cosas, sino que efectuó la purificación de nuestros pecados por el mismo. Heb 1:3.

 

2. El Espíritu de Dios en la concepción de Jesús.

Comprendiendo la Unidad del Espíritu, que es el dador de la vida. Observamos en las escrituras a una mujer llamada Ana, apoderándose de esta verdad. Esta no podía tener hijos. Estaba imposibilitada de concebir y dar a luz un hijo. Y ella comprendiendo que podía dirigirse al Tabernáculo o al templo. Allí acudió a dirigir sus oraciones. El sacerdote también podía suplicar a Dios por ella, para que abriera su matriz.

 

De esta forma Ana, conocía, al igual que nosotros, los hechos básicos de la concepción. Si bien no poseía tantos detalles científicos como los que poseemos ahora. Sobre el proceso del nacimiento, y que hoy en día existen muchos tratamientos al respecto. Pero ella confió en Dios y derramó las ansias de su espíritu sobre él, esperando que le concediera ese don. Y Ana fue oída.

 

Favorecida de Dios, Ana constituye, una clásica ilustración de fe. Se dirigió al Tabernáculo para orar pidiendo un hijo. Elí, el sumo sacerdote, pensó al principio que estaba borracha. Pero ella le informó a Elí el sacerdote, que era una mujer atribulada, que derramaba su alma delante del Señor. Elí respondió: “Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que has hecho”. 1 Samuel 1:17.

 

En esta importancia, de conocer al Espíritu de Dios, el Salmista nos dice que Dios envía su Espíritu, son creados y renuevas la faz de la tierra. Salmo 104:30. Así que no tenemos duda que el Espíritu de Dios se encargó de darle a Ana su respuesta, y tiempo más tarde concibió y nació el profeta Samuel. Job lo afirma como hemos dicho. El Espíritu de Dios interviene en la concepción y corresponde particularmente en impartir la vida. Job 33:4.

 

Es interesante leer que los escritores de los Evangelios nos explican en detalles la concepción del Hijo de Dios. Dice que María no se había juntado aún con varón y el Espíritu de Dios vino sobre ella. Y el poder del Altísimo la cubrió con su sombra. Y concibió del Espíritu Santo. Mat 1:18, 20; Luc 1:17.

 

La concepción de Jesús. Es la única concepción realizada sin voluntad de varón. La del Hijo Único de Dios. La concepción de Jesús fue a través del Espíritu Santo. Mat 1:18.

 

De igual forma el evangelista Juan, nos habla de la concepción que hace el Espíritu Santo. En el que creen, en el Hijo de Dios. Da el poder a los que creemos en la obra de Dios en Jesús, para que sean hechos hijo de Dios. Así que podemos creer, pero somos Hijos de Dios solamente cuando creemos en la obra realizada por Jesucristo. De otra manera somos criaturas de Dios.

 

Esta importantísima creencia, en la fe de la obra salvadora de Jesucristo. Significa el poder que nos otorga Dios, para ser engendrados o concebidos del Espíritu de Dios. Es decir; nacidos de nuevo. Es sumamente necesario comprender esta verdad. Si no creemos que solo la obra realizada en Jesucristo sea la que nos salva. No podremos nacer de nuevo. Es necesario creer, como nos indica el evangelista Juan. Juan 1:12-13

 

3. El Espíritu de Dios en la salvación de Israel.

El Antiguo Testamento cuando habla del Espíritu de Dios salvando es en la Unidad del Espíritu. Nos habla que contendió con la gente antes del diluvio. Génesis 6:3. Con el pueblo de Israel Dios utilizó otra forma de hablar y contender con ellos ya no fue directo. Si no levantaba profetas quien le hablase y exhortaba. Para exhortar y era los que contendían.

 

Creemos que contiende hoy de la misma forma. Contendió en la venida del Mesías y también contenderá con los judíos en su segunda Venida; exactamente como lo hizo antes del diluvio. Jesús dijo: “Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre” Refiriéndose a la situación de los hombres apartados de Dios. Lucas 17:26.

 

Por otra parte, prevalecen hoy en día las mismas enfermizas perversiones, la decadencia moral. La violencia y la maldad. El Espíritu Santo lucha impacientemente, con celo, con ahínco, esperando que todos procedan al arrepentimiento; pero la inmensa mayoría de la raza humana hace oídos sordos a su llamamiento. Por eso nos insiste el apóstol a no resistirlo, apagarlo, y contristarlo.

 

Dios le prometió a su pueblo de Israel; que, así como su Espíritu estuvo con ellos en el desierto estará nuevamente después de la venida del Mesías. Y así sucedió. También hay profecías que indican, antes de la segunda venida de Jesús en gloria. El Espíritu Santo los llenará, creerán y serán restaurados como antes eran.

 

4. La unción en los siervos.

De tiempo en tiempo el Espíritu Santo tomaba posesión de ciertas personas para liberar al pueblo de Dios, pero antes eran Ungidos. Por ejemplo, en el libro de los Jueces solamente, vino sobre Otoniel. 3:10, En Gedeón. 6:34, En Jefté. 11:29 y En Sansón. 13:25.

 

Las siguientes y principales expresiones se usan en el Antiguo Testamento. Para designar la forma de presentarse el Espíritu Santo, sobre los seres humanos:

a. Vino sobre los hombres: “Entonces el Espíritu de Dios vino sobre Zacarías”. 2 Cro 24:20.

b. Se posó sobre los hombres. Posó sobre ellos el Espíritu. Núm 11:25.

c. Llenó a hombres para una determinada labor para sus propósitos santos: “Lo he llenado del Espíritu de Dios”. Ex 31:3.

 

El Espíritu utilizó no solamente a jueces y a profetas para hablar al pueblo de Israel, sino también a reyes. Eran ungidos con el aceite de la Unción, para que El Espíritu Santo viniera sobre ellos. De modo que cuando Samuel ungió a David “desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David”. 1 Sam 16:13.

 

Mientras en el libro de Jueces, el Espíritu muchas veces se apartaba una vez concluida la tarea encomendada al escogido, para hacer la voluntad de Dios. También solio apartarse cuando sus propios elegidos desobedecen a la voluntad de Dios. Como le ocurrió a Saúl. 1 Sam 16:14, antes también sobre Sansón. Jueces 14:19 y 16:20.

 

En este sentido. La preocupación de David era que el Espíritu pudiera abandonarlo, y eleva la siguiente oración: “No quites de mí tu Santo Espíritu”. Sal 51:11.

 

Actualmente el Espíritu Santo. Deja a la persona, solamente por la Blasfemia, la cual no es perdonada. De igual forma si apóstata de la fe en Jesucristo. Diciendo la persona, no creo más, o de una forma u otra trata de evadir la obra de Jesucristo.

 

5. La unción en Jesús.

La gran liberación de Dios, por supuesto, no vino por medio de un rey ungido por hombres, sino por medio del Mesías ya prometido. Que representaba el aceite de la unción.  El Mesías es el título que significa, justamente, “Ungido”. Isaías anunció proféticamente que el Mesías habría de decir: “El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me Ungió Jehová” Isa 61:1.

 

Y Jesús, leyendo esas palabras setecientos años después, dijo: El Espíritu Santo lo ha Ungido. Y también dijo: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de ustedes” Cumpliéndose lo profetizado por el profeta Isaías. Isa 61:1; Lucas 4:18-21.

 

Y sus apóstoles confirmaron cómo Dios Ungió con su Espíritu Santo a Jesús y anduvo haciendo el bien, sanando a los enfermos, liberando a los endemoniados. Actuó también sobre los poderes de los vientos y tempestades haciendo que les obedezcan.

 

En este mismo orden, su poder creador estuvo presente dando vista a ciegos y haciendo que los sordos oyeran, levantándose los paralíticos de nacimientos. Y de igual forma su poder de dar vida resucitando a los muertos.

 

6. Revelación de su Espíritu.

Estas operaciones del Espíritu Santo misionadas explican el desarrollo de los propósitos, funciones y virtudes de Dios en su creación.

 

Por consiguiente, en las escrituras se distingue la revelación en la Unidad del Espíritu. Siempre durante todos los hechos escritos, anunciados y revelados. En primer lugar, Dios crea unas criaturas para Él.

 

En segundo lugar, su Hijo es quien redime esa creación para Él. Y en tercer lugar su Espíritu es el encargado de decir, explicar, enseñar y llevar a la persona a Jesús. Dando la gloria en los corazones de su creación. Y llamando a Jesús como Señor.

 

En últimos términos ya la obra de Dios está acabada. Ya Dios hizo su obra en su Hijo. Y Dios está en su reposo. Y su Espíritu está operando en el mundo hasta que venga Jesús por segunda vez. Pero ya no a redimir, sino en gloria para compensar a cada uno según su obra.

 

En las operaciones en la Unidad del Espíritu. En el Antiguo Testamento se presenta revelada toda la obra del Padre y su pacto de redención, en Unidad a El Hijo y a El Espíritu Santo.

 

En los Evangelios se nos presenta el cumplimiento de los planes y pacto de Dios obrados en el Hijo, en Unidad a El Padre y a El Espíritu.

 

La obra en El Espíritu Santo, en Unidad a El Padre y a El Hijo. Es obrar en los individuos para que crean en los planes, y los propósitos de Dios con su Hijo. Descrita en el libro de los Hechos, en las cartas apostólicas y el libro de revelación del Apocalipsis.

 

7. Revelación de la obra del Espíritu Santo.

Describe el libro de los Hechos la obra del Espíritu Santo en los apóstoles y en las cartas apostólicas. Está toda la comunicación a su pueblo a través de ellos. Por medio del Poder de su Espíritu Santo. Se cumplió la promesa dada por medio de los profetas y fue enviado por Jesús. La salvación ha sido anunciada, y testificada.

 

En este sentido El Espíritu Santo Eterno, es de la misma esencia, virtudes, Divinas, Únicos en la Unidad del Padre y del Hijo. Jesús explicó esta relación única de una forma comprensible. El Padre en mí y yo en ustedes. El Padre y Yo somos Uno. Él no hace nada sin el Padre. El Espíritu Santo tomará de Él y se los hará saber, ¿a quién es? a nosotros.

 

En esta razón podemos notar que la obra en la iglesia constituida por Jesucristo no tendría ninguna razón de ser y tampoco hubiese permanecido a través del tiempo, sin la obra del Espíritu Santo. Por consiguiente, es de suma importancia, que conozcamos y entendamos al Espíritu Santo, para poder ser sus embajadores.

 

Comprendiendo la maravillosa virtud de su Espíritu Santo morando en nosotros, podemos entender toda la verdad. Comprendiendo primero que El Espíritu Santo obra en nosotros, gracias a la obra ya hecha por Jesucristo. Quien santificó el Nombre de Dios profanado por su pueblo. Que El Espíritu Santo no hará nada, sino en la voluntad Unida del Padre y del Hijo.

 

III. La obra del Espíritu Santo.

A.  La obra del Espíritu Santo en cada persona.

1. Convence de pecado.

Los seres humanos por experiencia, si no nace en un hogar donde se le enseña el amor de Dios y su salvación, andan sin dirección. Aun así, la obra del Espíritu Santo es guiarlo a toda verdad. Dios siempre envía a sus mensajeros, y desde el momento que un mensajero, le anuncia a una persona la salvación, está presente la obra del Espíritu Santo para guiarle a toda la verdad.

 

El desconocimiento del conocimiento de Dios Eterno, y de su Espíritu Santo; ha sido la causa de muchos estragos en la vida de muchas personas. Si pudiéramos entender su obra en el Espíritu de Dios. Pudiéramos comprender a Dios.

 

Desde el principio de la creación vemos a Dios hablando al hombre y guiando con su Espíritu. El hombre sin embargo está muerto. Ya que está en un cuerpo que tiene un veredicto de muerte. Todos morimos. Nadie ha regresado. Solo Jesucristo.

 

El hombre, aunque haga mucho por lograr agradar a Dios, nunca se compara a lo que hizo el Hijo de Dios. El justo solo vivirá por la fe. Y Jesús vino a perdonar, a salvar a los hombres de sus pecados. Si alguien dice que no tiene pecado hace a Dios mentiroso. Porque Dios lo encerró todo bajo pecado para tener misericordia de todos.

 

El ser humano por sí solo no se acerca a Dios Eterno. Ha intentado hacerlo. Por eso hay muchos credos y diversos sistemas de creencias, e idolatrías. Pero esto no es la correcta interpretación para acercarse a Dios.

 

Por este motivo y muchos más es necesario entender a la obra del Espíritu Santo, convenciendo al hombre que es desobediente a Dios, es pecador. Y necesita volver a Dios a través de la obra hecha por Jesucristo.

 

En tal razón, todos estamos destituidos de su gloria, no podremos acercarnos a Dios por nuestros propios medios, sino por los medios que Dios ha establecido. Y este medio es su hijo, es el único mediador entre Dios y los hombres.

 

2. Da la fe para creer.

La fe que nosotros podamos tener en Dios. Y en la forma que busquemos en adorarle, solo la da él. Dios estará presente con su Espíritu en todo lo que hagamos. Desde nuestros comienzos, en nuestros primeros pasos en creer en Jesucristo; debemos buscar su guía, dirección, presencia, e iluminación. Para ser guiados a toda la verdad y a todo lo que emprendemos para hacer su voluntad.

 

Dios les dio dones a los hombres, pero el don más preciado que nos dio fue el regalo de la salvación. Porque nosotros no hicimos nada, él lo hizo todo. Solo nos manda a creer. Él nos otorga un don de fe para creer. Para recibir el regalo de la salvación. Salvación realizada por su Hijo Jesucristo.

 

Si buscamos otro camino para buscar a Dios, otro camino de fe en Dios, y no el camino correcto, el que nos indica el Hijo de Dios, ya que él es el camino para llegar a Dios. Nunca llegaremos a Dios. Y Dios no escuchará. Serán oraciones vanas, e intentos vanos. Dios busca verdaderos adoradores que le adoren en Espíritu y en verdad.

 

La única manera de imaginarnos a Dios es a través de su Hijo Jesucristo. Porque él es la imagen del Dios invisible. Pero de igual forma no en una talladura. Sino en su esencia, en su sustancia. En su amor, misericordia, benevolencia que tuvo para nosotros entregándolo a sufrimiento y muerte en la cruz, para librarnos del pecado.

 

3. La Obra de la Unidad Divina para creer.

Es de suma importancia comprender a El Espíritu Santo. En Unión al Padre y al Hijo. Ninguno se separa, ninguno se aleja en sus funciones y decisiones. Todos ejercen voluntad en Unidad.  Están unidos en todo lo que pertenece a la relación Padre, Hijo, Espíritu Santo.  La Deidad es una sola. Las decisiones son tomadas en su unidad de sustancia y voluntad.

 

Cuando el Padre ejecuta su voluntad en la creación, y crea. Estaba presente en Unidad el Espíritu Santo y la diestra de Dios, para crear. Cuando creó al hombre se dice en plural: hagamos; dando a entender que estaba presente en unidad, en su voluntad. Cuando confundieron las lenguas se dice: en plural y se escribe; descendamos y confundamos; dando a entender; en Unidad, en una sola voluntad, descendamos y confundamos las lenguas. Ge 1:1-2,26; 11:7.

 

En este sentido, tratar a El Espíritu Santo de una forma independiente, o separada, no es correcto. El Espíritu Santo es uno con el Padre y con El Hijo. Una unidad, para hacer la voluntad planificada y ejecutada. Ya Dios descansó de su trabajo; enviando a su Espíritu Santo para guiarnos a toda su verdad.

 

El Padre estaba en el Hijo en el poder de su Espíritu reconciliando al mundo con él. Y ahora después del Padre estar en el Hijo. El Hijo está en nosotros con su Espíritu.

 

Entendiendo estas razones, es el Espíritu Santo quien nos acerca a Jesús. Pero es la voluntad de Dios salvarnos y mostrarnos a Jesús. Dado que en principio todos solemos creer en Dios. Lo más difícil es creer a Jesús. Por estas razones todos cooperan en unidad y voluntad para lograr salvarnos.

 

4. La obra de anunciar la verdad para creer.

Tratar de operar colaborando en expandir la obra de Dios, de anunciarle, de predicar su evangelio y todo lo concerniente; sin su Espíritu. Es tratar de hacer su obra sin el mismo. Así mismo es tratar de ver a su Espíritu separado de Jesucristo y de su Padre. El Espíritu Santo es uno con El Padre y El Hijo.

 

Jesús nos dijo que sin él nada podemos hacer. Si bien vemos que en el mundo existen muchas obras que no son dirigidas por Dios y son prosperadas. Crecen y supuestamente tienen gloria. No quiere decir esto que las palabras de Jesús no se cumplen. Sino que Jesús se refiere es al resultado que dará el trabajo realizado; es a lo que se refiere Jesús.

 

Porque él es el que recompensará a cada uno por su obra. Y el encargado de llevar a Jesús a la persona es el Espíritu Santo.

 

5. El peligro de desconocer al Espíritu Santo.

Desconocer la obra del Espíritu Santo; es otro peligro inminente. Porque es poseer a su Espíritu, sin saber qué hacer con él. El Bautismo del Espíritu Santo es algo maravilloso en un creyente. Conocer a Dios y a su hijo Jesucristo a través de la obra de su Espíritu Santo en cada creyente, es más que maravilloso.

 

Es necesario entonces prestar atención al conocimiento de su Espíritu Santo.  El Espíritu Santo es Uno. Fue santificado por Jesucristo en su cuerpo. Ya que habían enojado a su Santo Espíritu. Y profanaron su Santo Nombre, el pueblo de Israel. Isa 63:10; Ez 36:20.

 

En consecuencia, Dios no solo manda a su Hijo al mundo. Tomando un cuerpo de muerte para santificarlo. Sino también envía a su Espíritu para hacer que le obedezcan. Su hijo desciende de su gloria. Habita en el cuerpo hecho a la imagen de Dios. Para santificarlo. Y en su Espíritu santificar el Nombre de Dios Santo.

 

Cuando Dios le habla desde el cielo a Jesús. Jesús le dice Padre Glorifica tu Nombre.  Y vino una voz del cielo diciendo: lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez. Juan 12:27-28; 13:32. Por el mismo motivo Jesús glorificó al Padre, acabó la obra que él le dio. Juan 17:4,10. Al haber sido glorificado el Nombre del Padre y de ser glorificado Jesús por el Padre. El Espíritu Santo fue recibido, después de ser glorificado el Señor Jesús. Jua 7:39.

 

6. La guía del Espíritu para creer.

El Espíritu Santo guía a cada persona. Porque así lo especifican las Escrituras; los que son guiados por su Espíritu, eso son los que son hijos de Dios. Lo importante es poder hacer caso a su voz. Entender su lenguaje.

 

Por esta razón, pasamos por algunas circunstancias para comprenderlo. El pueblo de Israel fue guiado por su Espíritu en el desierto, de esta forma Dios ha prometido guiarnos y estar presente, así como estuvo con el pueblo de Israel.

 

Desde el momento en el cual creemos, está presente su obra en el Espíritu. Es la obra del Espíritu Santo; lograr en nosotros, creer en Jesucristo y en su obra. Porque Jesucristo ya ejecutó su obra salvadora y Dios descansó de su Obra.

 

7. Conduce a la persona a Jesús.

El encargado de hacer conocer y revelar a Jesucristo es su Espíritu Santo, en unidad a su palabra en cada corazón. Su palabra es Jesucristo mismo encarnado. De manera que no podemos tener el Espíritu y no leer su palabra. Porque su Espíritu nos va a guiar a toda la verdad, pero es a través de su palabra. Y la palabra es alimento que necesitamos. Para crecer en el conocimiento de Jesús.

 

En este sentido, Dios nos amalgama a él, a través de haber conocido su Palabra; porque ella es Espíritu y verdad. Solo podremos sentirnos llenos de su Espíritu a través de escuchar y leer su palabra. Leemos su palabra para que el Espíritu Santo nos la recuerde. Por otra parte, Dios nos hablará, pero siempre será, lo que ya está escrito. Dios no nos hablará otra cosa, sino lo que ya ha escrito.

 

Porque no vemos nada, pero leemos, y ella nos confronta con la verdad. Con el Padre, con el Hijo y su Espíritu.

 

De tal manera es sumamente necesario, tener una relación íntima con el Padre y con el Hijo a través de su Palabra. En su palabra, todo lo escrito, nos ha sido revelado en su Espíritu. A medida que nos comunicamos con Dios recibiremos más respuesta en la revelación de su palabra.

 

Es a través de la oración, el único medio que tenemos para encontrar su respuesta. Y lo correcto es saber que nos escucha a través de su Hijo.

 

Por tal razón mantengamos la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. Dios planificó una creación y también su salvación. Pero no lo hizo solo, ni nos dejó solo. Jesucristo ejecutó el plan y no nos dejó solo. Nos dejó su Espíritu. Muchas veces nos sentimos solos. Es porque desconocemos a su Espíritu que está de nuestro lado.

 

IV. El Espíritu Santo en la salvación.

La obra del Espíritu Santo en la salvación de la humanidad. Es entregar la obra de amor de Dios. Para su pueblo. Y al mundo, ama tanto que le entregó a su Hijo en sacrificio, en expiación por el pecado. Esta obra de amor es dada a conocer a través, de enviar la promesa del Espíritu Santo. El Espíritu Santo vino tras la glorificación del Mesías. Prometida a su pueblo de Israel, que, así como estuvo en el desierto guiándolos, estaría con ellos presente nuevamente. Y así es, a través de su Espíritu Santo los guía. Y está en medio de ellos ahora como la iglesia.

 

Ellos no le pudieron obedecer. Su pueblo de Israel no le obedeció. Más aún Israel desechó sus planes. Vino Jesús en semejanza de hombre y le obedeció. Siendo el Hijo de Dios. Se humilló y padeció, obedeciendo toda la voluntad de su Padre.

 

En este mismo cuerpo de muerto que nosotros poseemos, con la sangre que corre por todo el cuerpo, vino y estuvo Jesús su Hijo. Y siendo concebido por su Espíritu Santo, fue Ungido por él. Y actuó en el poder de su Espíritu Santo en su ministerio. Prometido por El Padre y enviado por Jesucristo, después de haberlo glorificado él Padre. Envía a sus discípulos al Espíritu Santo, así como se los había prometido.

 

El Espíritu Santo que Jesús les dijo que enviaría el Padre en su Nombre. El Espíritu Santo de su promesa vino, descendió y se quedó para siempre con su pueblo. Es tan bueno saber que no solo nos dio la salvación, sino, nos dio su Espíritu Santo, para que nos ayude a obedecer. Él está con nosotros. Es Jesús mismo con su Espíritu, en medio de nosotros.

 

Nuestro ejemplo es Jesús, se sometió a la voluntad del Padre. Fue ungido por su Espíritu en el bautismo, e hizo la obra en el poder de su Espíritu Santo. Oraba y se fortalecía en el poder de su fuerza, en la de su Espíritu Santo. Efe 1:19. Y hasta el último momento fue fortalecido para hacer la voluntad de su Padre. Efe 6:10. Y fue enviado un ángel del cielo para fortalecerlo. Luc 22:42-44.

 

En este orden de idea presentamos la obra del Espíritu Santo de la siguiente forma:      

 

A. El Espíritu Santo contiende.

1. Desde el principio de la creación.

En Génesis observamos a Dios diciendo que su Espíritu no contenderá más con el hombre; pues sus designios y pensamientos de su corazón son de continuo al mal. Y busca el mal desde su juventud. Gen 6:3, 5. Jesús nos explica diciéndonos: del corazón del hombre salen los malos pensamientos y todo lo malo procede del corazón. Mar 7:21.

   

Por otra parte, cuando la Biblia habla de los hijos de Dios, se refieren a los que le obedecen, y los hijos de los hombres son los que no obedecen a Dios. Y se encuentra de espalda a Dios. Siempre ha sido así desde el principio. Jesús fue llamado hijo de hombre, para cambiar la historia del hombre, quien, poseyendo un cuerpo humano, hizo posible obedecer la voluntad de Dios.

 

Por eso también dice la palabra; el que se une a una persona, una es con ella. Es así como a la descendencia de Caín se le dice hijo del hombre y a la descendencia de Set, hijos de Dios. Gen 6:4.

 

Pero cuando se unieron los hijos de Dios y los hijos del mal o de los hombres se pervirtió el mundo y se volvió violento. Y malo en gran manera. Dios decide acabar con todos los habitantes de la tierra. Porque habían corrompido su camino. Gen 6:12-13.

 

En consecuencia, la maldad se multiplicó y se hicieron violentos los hombres. Y fueron de continua al mal. Dios decide acortar el tiempo de los vivientes sobre la tierra en el cuerpo de muerte en 120 años. Gen 6:3.

 

Razón por la cual era necesario un nuevo nacimiento, un nuevo hombre, una nueva criatura, una nueva creación. Este es el motivo fundamental de los propósitos de Dios de crear otra Imagen en el hombre. La imagen de su Hijo. Por eso hay que nacer de nuevo para traer la nueva Imagen, que es la de su Hijo, la esencia de Dios. Y no la imagen que el hombre había formado. Ya que había sido creado a imagen de Dios.

 

Luego Dios promete colocar su Espíritu en el hombre para que le obedezca. Ez 36:27. No sin antes haber escogido a un pueblo para él, para que le obedezca. De 7:6. Pueblo que también lo desobedece. Pero Dios es fiel a su pacto y a su salvación con su pueblo.

 

2. Desde la venida de Jesús.

Jesús le explica a Nicodemo sobre el nuevo nacimiento y su necesidad.  Y le dice: y tú eres maestro y no lo sabes, cuestionando que lo debería saber. Ya que venía de una escuela judía. Y ha debido saberlo. Así todos nosotros debemos entender que el hombre tiene que nacer de nuevo, del Espíritu de Dios. Porque se encuentra en un cuerpo de muerte y posee un corazón no regenerado. Juan 3:7-11.

 

En este sentido, el Espíritu Santo es prometido para un pueblo, que Dios había escogido para que le obedezca.

 

Jesús después de haber realizado su obra redentora y resucitar de los muertos. Promete a sus discípulos enviaría la promesa que ya el Padre había hecho a su pueblo Israel.  Le dice que él les enviaría la promesa del Padre. Luc 24:49.

 

Pero cuando Jesús les enseñaba, también les dijo que el Espíritu Santo operaba en el hombre, redarguyendo de pecado, de justicia y de Juicio. De pecado porque no creen en mí, de juicio por cuanto voy al Padre, y de juicio porque ya ha sido juzgado el príncipe de las tinieblas. Juan 16:8-11

 

3. Jesús envía a anunciarle.

 Jesús envió a sus discípulos a anunciar su reino cuando estaba con ellos. Primero envía a 12, luego a 70 y luego 120. Luego de consumar su obra, y resucitar; antes de ascender al cielo. Les dice que esperen la promesa y les da el mandato de que vayan a anunciarlo. Pero antes le dice que esperen al Espíritu Santo para poder hacerlo.

 

Es desde este orden de ideas, que podemos explicar la obra del Espíritu Santo. Cuando El Espíritu Santo viene al ser humano, es para llevarlo a Jesucristo. Con el único propósito de salvarlo como nos dice el apóstol Tito.

 

El apóstol Tito nos habla lo siguiente: Por la regeneración hecha en Jesucristo por su sangre nos limpia de todo pecado, y nos hizo partícipe de su naturaleza Divina en su carne, haciéndonos nacer de nuevo con su Espíritu. Y eso no fue obra nuestra, ni lo podemos hacer nosotros. Porque fue la obra de Jesucristo, justificándonos. Ti 3:5.

 

Dios nos justifica en la obra que realizó Jesucristo. Al nosotros creerla. Por el don de fe que nos suministra su Espíritu. Somos regenerados, nacidos de nuevo con su Espíritu Santo. Como nos dice: Juan en su Evangelio. A todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios, no engendrado de sangre, ni de voluntad de carne humana, ni de voluntad de varón, sino del Espíritu de Dios. Juan 1:12-13.

 

Es todo caso desde la desobediencia del hombre en el Edén. Dios contendió con su Espíritu con los hombres. Pero según Génesis 6:3, nos dice: que no contenderá más. Y luego al profeta Ezequiel le da la buena nueva; cuando él venga y restaure todas las cosas, enviará a su Espíritu para que siga contendiendo. Pero esta vez para salvarlo y lograr que obedezca a Dios. Ez 36:26-27.

 

Por la voluntad divina, Jesús les promete a sus discípulos: Después de hablarles que él va a hacer todo lo que pidieran en su Nombre. Y si lo aman guardarán sus mandamientos. Él les enviará otro consolador. Está promesa fue cumplida unos diez días después de su partida. 50 días después de su resurrección, y les promete lo siguiente:

 

1. Yo rogaré al Padre, y les dará otro Consolador, para que esté con ustedes para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir. Porque no le ve, ni le conoce; pero ustedes le conocen. Porque mora con ustedes, y estará en ustedes.

 

2. No los dejaré huérfanos; vendré a ustedes. Un poco más, y el mundo no me verá; pero ustedes me verán; porque yo vivo, ustedes también vivirán.

 

3. En aquel día ustedes conocerán que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros. El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama. Y el que me ama, será amado por mi Padre. Y yo le amaré. Y me manifestaré a él. Juan 14:13-21.

 

El Espíritu Santo es el consolador, dado por El Padre y enviado por Jesús en su Nombre; con el propósito de proveer compañía para siempre. Y nos enseñará todas las cosas. Y da testimonio acerca de Jesús. Es necesario comprender lo que hace el Espíritu Santo cuando anunciamos el evangelio. Esta es su obra. Juan 16: 8-14.

 

El Espíritu Santo convence de pecado, justicia y de juicio.

 

Contiende y convence para que la persona entienda que está perdida en pecado, o que es un pecador delante de Dios. Y necesita el perdón de Dios a través de Jesucristo. Y es el único encargado de convencer al hombre. Acercarlo a Dios para mostrarle su verdad. El glorifique a Jesucristo y sea salvo por Él.

 

B. El Espíritu Santo salva.

1. Convence.

El Espíritu Santo contiende, redarguye. Para convencer a la persona de aceptar que es un pecador y que debe aceptar el perdón de Dios en su vida. A través de colocar su fe en Jesucristo.  Y en su obra redentora. De creer en que no existe otro camino. Para el hombre llegar a Dios y para ser salvo, sólo a través de la obra que hizo Jesucristo.

 

2. Salva.

Todo esto lo hace uno y el mismo Espíritu Santo. Para guiarnos a ser salvos. De otra manera no podríamos serlo. Por tal motivo nos dice el apóstol en la carta a los efesios. Somos salvos por la gracia de Dios. Por medio de la fe. Y esto no es de nosotros. Sino que es un Don de Dios. Es decir; nos justifica porque creemos. Es la gracia. En la fe puesta en Jesucristo como salvador de nuestras vidas. Efe 2:8

 

3. Recibimos su gracia.

Después de recibir el beneficio que nos da su gracia. Al recibir a Jesús como nuestro salvador, somos salvos, y desde el momento que creímos; Él está con nosotros.

 

El Espíritu Santo está con nosotros como promesa. Y está en nosotros. Esto significa el sello como propiedad de Dios. Efe 1:13. Y El Espíritu Santo. Él nos guiará más allá de la muerte hasta el día de la redención, de la regeneración. Sal 48:14

 

4. Guía a congregarnos.

Luego de todo esto, ya sea que creamos de una manera personal, por un trato de Dios a través de un medio de comunicación, o hayamos asistido a algún evento público o privado; el mismo Espíritu Santo, lo trae a la reunión de hermanos en la iglesia local.

 

Entendiéndose por Iglesia la reunión de personas que creen en su Nombre. Dice la Escritura que Jesús estará presente en su iglesia. Y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Mat 16:18.

 

Es la congregación de los que creen en su nombre y es necesario estar juntos. Porque Dios envía vida eterna en esa reunión.

 

5. Él estará presente.

Decimos también que está presente como lo dice la Escritura, cuando dos o más se reúnan o congreguen en su Nombre, allí estará en medio de nosotros. Nuestro Señor Jesús a través de su Espíritu está con nosotros. Mat 18:20

 

Por esta razón, comprendemos que el Espíritu Santo trae convicción al alma de la persona perdida en pecado y delitos; aun los que no están sujetos a pecados y delitos necesitan estar convencidos. Porque estamos en un cuerpo de muerte, producto del pecado.  Por esto hay que creer en su obra para ser salvo. Porque Jesús dijo: los convencerá de pecado porque no creen en mí.  Creer en su obra de redención.

 

 Si por el contrario el hombre que es convencido; resiste al Espíritu Santo; la obra salvadora no tendría lugar en su vida. El convencer al hombre es obra del Espíritu Santo. Pero el hombre es la decisión de creer a Jesucristo. En la dispensación de la gracia, su ministerio de contender y convencer terminará cuando termine el período de la gracia. Cuando venga en gloria.

 

El propósito del Espíritu Santo, de contender, es para salvar. Tito 3:5. Dice que nos salvó, no por las acciones justas que nosotros habíamos hecho, sino por su misericordia. Nos lavó, quitando nuestros pecados. Y nos dio un nuevo nacimiento. Y una vida nueva, mediante el Espíritu Santo.

 

La obra que realiza el Espíritu Santo en la salvación de los hombres es voluntad de Dios. Y la salvación es el deseo de Dios para todos los seres humanos. 1Tim 2:4. 2 Ped 3:9. Jesucristo es nuestro salvador. Y el Espíritu nos convence para salvarnos. Tito 3:5. Mat 1:21.

 

Nosotros como embajadores de Jesucristo, debemos prestar atención a la obra que realiza el Espíritu Santo en la redención de cada persona. Hablar de la obra de Jesucristo es nuestra tarea, pero es la obra del Espíritu Santo convencer a las personas que escuchan, lo que hablamos de la obra de Jesucristo. Y está obra fue profetizada en Isaías 53. La obra del Espíritu Santo fue profetizada en Joel 2:28-32; y Ezequiel 36:21-27

   

6. Es un acto de fe.

La salvación es un acto de fe en la obra de Jesucristo, y hecho por el Espíritu Santo quien nos imparte el don de fe. Efes 2:8-9. Ro 10:17. La persona debe ser regenerada, nacer de nuevo como lo dijo Jesucristo para ser salva. Y esto solo lo hace el Espíritu Santo. Juan 3:3; 1:12-13.

 

El proceso supone primero oír la palabra de Dios, luego creerla, por medio del Espíritu Santo y luego de haber creído, tener confianza y fe en la obra redentora de Jesucristo. Es la obra de pasar de la muerte a la vida. La obra del Espíritu Santo de Dios fue profetizada en Ezequiel 36:25-27.

 

7. Ejemplo de la obra salvadora.

    Un ejemplo es, cuando Jesús habla con la mujer samaritana creyó ella y sus amigos.  Juan 4:7-42. Y también los ladrones que estaban al lado de Jesús cuando lo crucificaron, solo uno creyó. Luc 23:39-43. De igual forma cuando Felipe es movido por el Espíritu, para explicar lo que leía el etíope en Isaías 53. Y el etíope dijo a Felipe; aquí hay agua, qué impide que me bautices. He 8:26-39.

 

C. El Espíritu Santo nos santifica.

El Espíritu Santo Santifica. ¿Cuándo santifica?  Viniendo a morar en el creyente como templo. 1Cor 3:16, 6:19. Juan 14:23. La santificación significa ser apartado con un propósito especial. Y existen 4 aspectos de santificación para el ser humano. 1 Ped 1:2.

 

1. Prepara el corazón:

Dios tiene un propósito para cada vida, aún antes de nacer. Jer 1:5, Gal 1:15. Todos los que han creído en Jesucristo son apartados para ser santos. Son puestos a un lado para santificarlo para cumplir los propósitos de Dios. La manera en la cual el Espíritu Santo obra para santificarnos es:

a. Convence a nuestro corazón para que confiemos en él, creamos en él. Juan 7:38

b. Dios nos santifica en Jesucristo. 1 Cor 1:30.

c. Haciendo a Jesucristo nuestra santificación. 2 Tes 1:10.

d. Para participar de su Naturaleza Divina, la de Jesucristo. 2 Ped 1:4          

e. Y caminamos en santidad con El. Dios tenía un plan y un propósito para Saulo de Tarso. Y éste persiguió a los cristianos, pero cuando fue enfrentado por Jesucristo a través de su Espíritu Santo, camino en la santidad. He 9:1-21

 

2. Aparta para Dios.

La obra del Espíritu Santo es apartarnos para sus propósitos santos, para que seamos un pueblo para Dios, es llevar a la persona a Jesucristo para ser santificada. Rom 15:16.

 

La obra del Espíritu Santo es santificar, para que le sean ofrenda agradable a Dios en Jesucristo. Es entrar en sus propósitos creyendo. Entrando en su reposo. Heb 4:3. Salvó nuestras almas y quiere santificar nuestros cuerpos. 1Tes 5:23.

 

Pablo estaba santificado posicionalmente, es decir; en la fe en la obra que realizó Jesucristo, pero tenía que ser santificado en su cuerpo. Cuando hablo de la ley de la carne y del Espíritu. Es porque cuando estamos más cerca de Dios, somos sensibles al pecado, Rom 7:14, 18,21. 

 

También nos lo refiere Isaías 6:5, pero es para resistir el pecado, es para no hacerlo; no para sentirnos más santos que los demás. Porque todos los creyentes son santos, cuando nacen de nuevo creyendo en Jesucristo. Jua 1:12-13.

 

3. Sella.

El Espíritu Santo nos sella. Y él da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. 2 Cor 1:22; Rom 8:16. Esto quiere decir; El proceso de la obra del Espíritu Santo en el humano es sellarlo. Para apartarnos para su hijo. Efesios 1:13. En la santificación que hace el Espíritu Santo no somos santos en la carne, sino en el Espíritu. Es la santificación que hace el Espíritu Santo para que pueda vivir en nosotros, después que creímos la palabra, la verdad, el evangelio de la salvación, él nos sella para el día de la redención.

 

Este sello del Espíritu Santo. Se explica, porque somos sensibles al pecado, para no hacerlo más, porque somos santos. No para condenar a los demás. Porque no han podido crecer en la santificación o ser santos en la manera de vivir. Es saber a través del Espíritu Santo, cuando nos equivocamos ante la justicia del Eterno Dios.

 

En el sentido judicial somos santos. Esta santificación en la práctica es progresiva. La palabra santo, no tiene que ver al principio de la salvación, con la santificación de una condición externa, sino la interna, del corazón, del alma. Hay un cambio de pensamiento, un cambio en la manera de ver la vida.

 

Pero nuestra santificación eterna en nuestras actitudes y vida es progresiva, hasta que lleguemos a serlo por completo. Pero la que hace el Espíritu Santo es instantánea al creer, él nos santifica. Para poder recibir su llenura.

 

Por esta razón Dios santificó el séptimo día. Gen 2:3. Quiere decir; que Dios separó ese día para sus propios propósitos santos. También nos dice la palabra, que el Tabernáculo Dios lo santificó. Pará indicarnos la santidad del lugar donde él habita. El Tabernáculo de Dios con los hombres. Ex 29:37,43-44, Lev 8:10.

 

Lo que Dios nos quería decir; es que él es Santo, y es Él quien nos santifica. La obra de su Hijo Jesucristo es la santificación de su Tabernáculo. Y nos justificó a nosotros en la sabiduría de Dios. Dios ya acabo su obra y ese es su reposo. Que acabó su obra de redención en Jesús su hijo. Ex 31:13. Bien dijo Jesús el sábado es por causa del hombre, no el hombre por causa del sábado. Mar 2:27-28. Entremos pues en su reposo creyendo. Porque nuestras obras están acabadas en Jesucristo. Heb 4:3.

 

Comprendemos lo antes mencionado, somos santos en la regeneración que hizo nuestro Señor Jesucristo, lavándonos de nuestros pecados, y por la renovación en el Espíritu Santo. Tito 3:5. Para poder vivir en nosotros como Templo. Somos el Templo de Dios donde él quiere habitar. Él santifica su cuerpo y nos hace nacer de nuevo. Para poder habitar con su Espíritu. Y así estaremos para siempre con El.

 

Por otra parte, no es nuestro, este Templo de nuestro cuerpo; porque le pertenece a Dios, el cual compró con la sangre de su Hijo. De esta forma debemos ser santos en la práctica. Dios quiere santificarnos. Para poder utilizar nuestras vidas para sus propios propósitos. 1 Cor 6:19.

 

Ahora cuando nos dice: aunque las obras suyas estaban acabadas desde la fundación del mundo. Heb 4:3. Residía en los planes de Dios con Jesucristo para ellos, el pueblo de Israel; pero por no creer no entraron. De igual forma nos dice: Jesucristo, que el que no cree en Él, en sus pecados morirán. Jua 8:24.

 

Quiere decir, que si no creemos nosotros tampoco entraremos en su reposo, moriremos en pecado. Y pasaremos por el Juicio, por no creer en la obra, que desde la fundación del mundo realizó, estaba acabada. Y Dios reposó. Y hoy comprendemos este reposo de Dios. Porque ya fue hecha su obra en Jesús. Esperamos su venida en gloria. Ya hemos entrado en su reposo, mientras todavía algunos no han entrado, por no creer.

               

D. El Espíritu Santo en la redención.

Nuestra seguridad en la redención nunca correrá riesgos; porque no depende de nosotros, sino de Dios, que nos colocó su sello, es decir; nos dio su Espíritu Santo para tener la fe, para creerle, y nadie puede romper ese sello, el cual es el Espíritu Santo morando en nosotros. 2 Cor 1:21-22.

 

1. Obedecer el llamado.

Después de haber creído y ser hijos de Dios, su Espíritu está con nosotros como sello. Efesios 1:13, 4:30. 2 Cor 1:21-22. Recibimos el sello con el Espíritu Santo por ser hijos de Dios.

 

Dado que ya es hijo de Dios por aceptar la redención a través de Jesucristo y ser hijo de Dios. Ya justificado, siendo lavado con su sangre. Ya como somos propiedad de Dios, en esta razón recibimos el sello de propiedad de Dios. Su Espíritu está con nosotros hasta el día de la redención.

 

2. Nacemos del Espíritu Santo.

Por medio del Espíritu Santo, nacemos de nuevo, con su Espíritu para ser hijos de Dios. ¿Cómo sucede que somos engendrados por el Espíritu Santo? Somos una nueva criatura, tenemos una nueva mente, un nuevo pensamiento, y somos guiados por su Espíritu. Juan 3:3. Por el derecho de redención que nos otorgó su Hijo.                    

 

3. El Espíritu Santo es el sello, la garantía.

Nos da su marca, de ser de su propiedad, nos da la seguridad de la redención, hasta que la poseamos. El Espíritu Santo morando con nosotros nos garantiza la redención. Porque Jesús dijo a sus discípulos, los tomaré a mí mismo, para que ustedes estén, donde yo estoy. Juan 14:3. El Espíritu Santo es la garantía de Dios morando con nosotros, hasta la redención de nuestras almas.

 

En este sentido también nos habla la carta a los corintios del Espíritu Santo como la garantía de la salvación, a las arras del compromiso que tiene Dios con nuestra redención. 2 Cor 5:5. El Espíritu Santo, nos guía en toda nuestra vida, hasta llegar a las moradas celestiales. Efe 1:4; 14

               

E. La unción en El Espíritu Santo.        

Después de estar con nosotros su Espíritu Santo. Luego nos Unge. La unción es que Jesucristo esté en nosotros con su Espíritu. Morando en nosotros. Nos bautiza, y nos continúa llenando de su Espíritu. Es la Unción la aprobación Divina. Para cumplir sus propósitos en el ministerio de la predicación de su palabra. Al igual que Ungió al Señor Jesucristo. Lucas 4:18. La Unción designa a los siervos de Dios para el servicio. Invistiendo de Poder. Tanto en el Antiguo Testamento, como en el Nuevo se habla de la Unción. 1 Juan 2:20,27.

 

El apóstol Juan nos habla de la Unción. La Unción nos da a conocer todas las cosas relacionadas con Dios y su Hijo Jesucristo. La Unción nos enseña y El sello nos indica que somos de Dios y nos distingue como hijos de Dios. La Unción nos llama a representarle, a ser sus embajadores, sus testigos.

 

Es necesaria la Unción en nosotros, es Jesús estando en nosotros. Jua 14:20. Pero debemos permanecer en su amor. Juan 15:4. Él está en nosotros para cumplir el trabajo que nos encomienda, el de cumplir sus intereses. Por eso el Señor Jesucristo dijo: mora con nosotros y estará en nosotros. Dios está con nosotros, pero desea estar también en nosotros. Jua 14:17.

 

En el Tabernáculo mostrado a Moisés y en lo sucesivo, el sacerdote, el juez, los reyes eran ungidos con el aceite de la Unción para ser apartados para Dios. Y ejercer el ministerio para Dios. Después que Jesucristo realizó su obra, ya el aceite para la Unción no es necesario. Porque Jesucristo mismo es la Unción. Él es el que da su Espíritu, para que esté en nosotros.

   

F. Ser santo en nuestra manera de vivir.

Nuestros cuerpos necesitan estar santificados. Y como nos dijo el apóstol Pedro, como el que no llamó es santo debemos ser santo en toda nuestra manera de vivir. 1 Ped 1:15. Y nuestro Señor Jesucristo también nos dijo que seamos perfectos como Dios es perfecto, refiriéndose a lo santo. Mat 5:29. 2Tim 2:21.

 

Para que seamos instrumentos útiles para Dios. Procuremos ser santos. Para ser utilizados para alcanzar a otros para Jesús, con su Espíritu Santo. Santificarnos reconociendo la presencia de Dios en nuestro cuerpo, su templo. Para que venga a morar su Espíritu, y nos llene constantemente. Y acudamos siempre a su Tabernáculo. Que es Jesucristo, para obtener misericordia y pronto auxilio.

 

Abramos nuestro ser por completo, y su derecho a poseernos a controlarnos en nuestro cuerpo. Para santificarnos por completo. Rom 8:29, Efes 1:4.

 

Es necesario leer y estudiar la Biblia y obedecerla para santificarnos en la práctica.  Jesús obedeció a Dios, y se santificaba para que nosotros seamos santificados en su verdad. Juan 17:17, 19.

 

La obra del Espíritu Santo completa tendrá lugar cuando nuestros cuerpos sean transformados. Si vivimos. En la venida de Jesucristo en Poder y Gloria. Seremos semejantes a Él. En la resurrección, si ya hemos partido cuando él venga.

 

Por todo lo antes descrito el plan y propósito de Dios. Es ser como su Hijo. Pero para lograrlo tenemos que cumplir el propósito de santificación del Espíritu Santo en nosotros. Por eso el Hijo rogó al Padre por otro consolador y nos dio otro igual a él, El Espíritu Santo. Juan 14:16. Luc 24:49.

 

El Espíritu Santo mantiene la comunión con El Padre, en Nombre del Hijo. No nos hace más santos que los demás, ni nos aleja del mundo, sino que nos guarda del mal. Jesús dijo: al Padre que nos santificará en su verdad. La verdad es su palabra. Cuando la obedecemos practicamos la santidad, crecemos en la verdad siendo santos. Juan 17:15-17

 

G.  El Espíritu Santo nos fortalece.

El Espíritu Santo nos da la fuerza. Las propias fuerzas humanas no nos dan poder para hacer la obra de Dios, es El Espíritu Santo quien lo hace.  Efes 3:16. El poder necesario para realizar la gran comisión. Es el poder del Espíritu Santo. Hechos 1:8; 2:4.

 

Dependemos del Espíritu Santo. Los Apóstoles obedecieron al Señor y tuvieron éxito porque dependen del Espíritu Santo. Dios fortaleció a sus siervos en el Antiguo Testamento. Para que hiciesen lo que él les había mandado hacer y lograr la victoria. Jueces 3:10, 6:34, 11:29, 13:25, 14:6. Los Apóstoles le hicieron frente al Imperio Romano solo en el poder del Espíritu Santo. Tenemos que admitir nuestra flaqueza. Hay que reconocer que necesitamos ser fortalecidos y apoyarnos en El Espíritu Santo. 1Cor 2:3-5; 2 Cor 4:7; 12:10; 13:3-4.

 

1. Fortalece para cumplir sus propósitos.

a. Inviste.

Da poder para poder llevar a cabo el mandato de la gran comisión, el llamado al ministerio que Jesús le había encomendado. Luc 24:49; He 2:4. Él es la fuente de poder ilimitado. Para aquellos que buscan obedecer el mandato de Jesucristo. He 1:8.

 

El poder necesario para poder obedecer el mandato; es el Espíritu Santo fortaleciendo al hombre de Dios para realizarlo. Somos débiles y necesitamos de la ayuda del Espíritu Santo en nosotros, para poder dar testimonio de la persona de Jesucristo. Es la valentía que necesitamos para hablar, para dar defensa de nuestra fe. Es poder hablar con Autoridad y denuedo.

 

En el evangelio de Lucas es utilizada la palabra investidura; Jesús les habla del poder que recibirán para poder anunciarlo, refiriéndose a que serían investido de poder desde lo alto. Luc 24:49: He 1:8. El apóstol Pablo refiere a los efesios; que él mismo constituyó y constituye a sus ministros. Efes 4:11.

 

b. Controla.

Cuando el Espíritu Santo nos controla, cedemos nuestra voluntad a la del Espíritu Santo. Obedeciendo la palabra, santificándonos en El, y haciendo lo que Dios nos ha mandado. Recibimos el valor, ánimo, fuerza del Espíritu Santo para hacerlo.

 

De igual forma nos comprometemos y responsabilizamos a su servicio. Ejemplo: es el de Sansón, recibiendo la fuerza sobrenatural por el Espíritu Santo. Jueces 14:6,19, 15:14. Ser controlado por el Espíritu Santo; es permitirlo en nuestra voluntad. Cederla al Espíritu Santo de Dios. El Espíritu Santo sólo tendrá el control, de quien se lo sede, de quien se deje llevar por él.

 

Por tal razón, cuando cedemos el control a Dios. Dios tiene el control. Caso contrario, lo tenemos nosotros. Es necesario que Dios nos controle. Es la única forma de tener éxito en lo que emprendamos. Sin Jesús nada podemos hacer.

 

c. Guía.

Nos guía constantemente a guardar la palabra, y a las cosas que Dios nos indica hacer. Sometiendo nuestros intereses por debajo de los de Jesús. No debemos apagar su Espíritu y por ende su guía. Lo apagamos, por el descuido a la oración y el abandono de sus intereses. Pero debemos pedir su renovación de inmediato. Implorando su perdón y buscando su guía.

 

Todos los que son guiados por El Espíritu son hijos de Dios nos dice la carta a los romanos. Rom 8:14. Y en su guía estamos bajo la gracia, no bajo la ley nos dice la carta a los gálatas. Gal 5:18. El salmista nos dice: lo ha guiado según su consejo, y después lo recibirá en gloria. Sal 73:24.

 

La forma cómo Dios guía, es personal. Sin existir un patrón o un lineamiento a seguir. Depende de la relación personal que cada persona tenga con Dios. Nuestra oración a Dios buscando su guía, es importante. El espíritu Santo te guiará, cuando se lo pidas. Y esperes en su guía.

 

La única Guía que tenemos, es la de su Espíritu, por eso la debemos buscar. Si emprendemos un camino sin su guía, es como guiar un barco sin saber cómo manipular el timón. La guía del Espíritu Santo es el timón que necesitamos. Y la palabra es como la brújula que nos da la dirección a tomar. Siendo el mapa Jesucristo. El Norte por supuesto es el Padre.

 

Por lo tanto, el Espíritu Santo siempre nos guiará a toda la verdad, en su palabra. La palabra es nuestra brújula. Para buscar el norte que es el Padre Dios. Y su Hijo es como el mapa a seguir, que nos salvó y nos redimió. Él nos entregará las órdenes a seguir, con su Espíritu, con su guía para dirigir nuestras vidas.

 

H. Glorifica a Jesucristo en los corazones.

El Espíritu Santo, glorifica a Dios en nuestros corazones. Nos hace buscar los intereses de Jesucristo, del reino de Dios y no los propios. Mientras tenemos más conocimiento de Dios, más glorificamos a Jesucristo.  Para adquirir el conocimiento de Dios. Solo es a través del Espíritu de Dios y su palabra, las escrituras.

 

Por esta razón, al cambiar los intereses de Sansón. Cambiado por Dalila. Sansón se olvidó de los Filisteo y lo vencieron. Hay que recobrar las fuerzas nuevamente en el Espíritu Santo. Para vencer a los Filisteo y derribar las murallas con el Espíritu de Dios. Así como lo hizo Sansón. Jueces 16: 28-30. No rompamos la separación entre nuestra alma y el mundo. Para buscar nuestros propios intereses. Encontrándonos después alejados de Dios y su Espíritu. 1 Juan 4:4.

   

I. El Espíritu Santo escudriña.  

Por otra parte, debemos comprender que El Espíritu Santo Escudriña. 1Cor 2:9-10; Isa 64:4. Nadie conoce lo que hay en Dios, solo el Espíritu de Dios. Así como solo el espíritu humano sabe lo que hay dentro de él. El Espíritu Santo nos revela las grandes verdades de Dios, reveladas en las Escrituras.

 

Debe existir una dependencia del Espíritu Santo para leer e interpretar la palabra de Dios. Dios nos revela su verdad por su Espíritu. La profundidad del conocimiento de Dios es revelada por la iluminación de su Espíritu. Mientras más conocemos a Jesucristo, más podemos glorificarlo, y esto es posible a través de su Espíritu.

 

Para Dios revelar su palabra tenemos que buscar su guía, su dirección en la lectura de su palabra. Hay que leer la palabra para poder recibir la enseñanza que le pedimos a Dios por su Espíritu. No hagamos como los corintios siendo niños en el conocimiento de Dios. 1 Cor 3:1-3.

 

J. El Espíritu Santo abre el entendimiento.

El salmista entendió que debía Dios abrirle los ojos espirituales para ver sus maravillas. Y Pablo lo entendía bien cuando oraba de la misma manera: Efesios 1:17-18. Para comprender su palabra debemos entender lo que dice el Salmo 119:18. ¡Que Dios abra nuestros ojos espirituales! ¡Que veamos con sus ojos, su verdad!

 

En el libro de los efesios, nos habla el apóstol de cómo andábamos nosotros en el pasado. Efes 2:2, Y también nos indica cómo debemos andar en el presente y futuro de la nueva vida en Jesucristo. Efes 2:10, y en 4:17. Sin embargo, nosotros necesitamos más que nuestros sentidos, para comprender cómo andar. Es el andar en el Espíritu. Se refiere al conocimiento de Dios, solo revelado en él Espíritu de Dios.

 

K. El Espíritu Santo enseña.                  

Las cosas que Dios quiere enseñarnos están en su palabra. El Espíritu Santo es quien nos enseña. Y escudriña todo lo que Dios ha mandado a escribir. Y solo el Espíritu Santo nos la revela. 1Cor 2:10.

 

Pablo habla de la sabiduría del hombre, la de Dios y la del mundo. Pero también nos indica que la sabiduría de Dios nos las revela a nosotros por su Espíritu Santo. El conocimiento y la verdad de Dios están en la Biblia y el Espíritu Santo es el encargado de enseñarnos.

 

El Señor Jesús hizo mención del Espíritu de verdad y él nos guiaría a toda la verdad. También nos dice el Señor, que el Espíritu nos va a enseñar todas las cosas y recordará todo lo dicho por él. Hubo quienes oyeron y se acordaron de sus dichos. Y creyeron en la escritura. Nosotros que no vivimos en su época, escuchamos, leemos y creemos, sin ver. Esto es la fe. Sus discípulos se acordaron después de que Jesús resucitó. Y cuando fue glorificado, habló de las palabras que Jesús le había hablado. Juan 16:13; 14:16-17, 26

   

L. El Espíritu Santo es el autor de la profecía.

Las profecías no son el resultado de meditaciones humanas, sino que fueron traídas por voluntad de Dios. 2 Ped 1:20-21. Dios da a conocer las cosas que han de venir solo por su Espíritu. Juan 16:13.

 

En repetidas veces el Señor Jesús dijo el que tiene oído oiga. Solo a través de la obra del Espíritu Santo en las profecías reveladas en las Escrituras, podremos saber sobre la Salvación.

 

V. Las operaciones del Espíritu Santo.

El Espíritu Santo está con nosotros y en nosotros. Está con nosotros cuando nos guía a la salvación, a conocer a Jesús. Y luego está en nosotros cuando decidimos seguirle, recibirlo como nuestro salvador. Cuando creemos en su obra de Salvación. El viene a morar en nosotros como templo de su Espíritu Santo.

 

A. Guía a toda la verdad.

Dentro de las operaciones del Espíritu Santo se encuentra guiarnos a toda la verdad. Y nos hará saber las cosas que habrán de venir. Jesucristo diciéndoles a sus discípulos, que todavía tenía muchas cosas que decirle, pero que ahora no la podían soportar, en otras palabras, comprender. Él les habló diciéndoles; su Espíritu sí lo haría. Juan 16:12-13.

 

Es precisamente lo que ha venido haciendo su Espíritu guiar a toda la verdad. Y sigue diciendo que Él lo glorificará; porque tomará de Jesús, y se lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es de Jesús; por eso nos dijo que tomará de Él, y nos lo hará saber. Jua 16:14-15.

 

Esta relación del Padre, El Hijo y El Espíritu Santo es precisamente la Unidad con la que opera la Divinidad. Unido para decir toda la verdad. Respecto a su obra, la salvación, la gracia, y las sazones del reino de los cielos como bien dijo Jesucristo.

 

¿Cómo nos guía? única y exclusivamente a través de su Espíritu. Solo encontramos en los evangelios toda la verdad de la venida de Jesús. La que Dios permitió escribir para que creamos. Pero esta verdad revelada, sólo el Espíritu Santo puede abrir los ojos espirituales para comprender.

 

Por esta razón, en la carta a los efesios, nos dice el apóstol que la palabra es la espada del Espíritu. Efe 6:17. Es decir que sin la palabra tampoco podemos recibir la verdad, mucho menos ser guiado a toda verdad. Porque todo lo que fue oído por el Espíritu, que inspiró a los escritores, está escrito en su palabra.

 

Es en la palabra, en las Escrituras, que somos guiados a toda la verdad. Cuando leemos su palabra tiene que ser en la guía de su Espíritu Santo. Orando para que él nos de la interpretación. Tal como oraba Daniel.

 

B. Guía al escogido a la redención.

Los escogidos de Dios son guiados a la redención. Aún desde el vientre de la Madre, aún antes de nacer somos escogidos y guiados a la redención.

 

Hay muchísimos ejemplos en la palabra, de la guía de Dios a su pueblo. Para comprender la redención y para que la reciban y la acepten.

 

1. Dios guía a la redención en lo siguiente.

a. Puso redención entre su pueblo y el de Egipto, dirigido por Faraón. Ex 8:23      

b. El pueblo de Israel conocía bien su redención. Rut 4:7         

c. La redención ha sido enviada a su pueblo; Para siempre ha ordenado su pacto. Sal 111:9

d. A Simeón el Espíritu Santo le reveló, que vería al Ungido del Señor y lo vio. Luc 2:26, 30

e. Ana hablaba a todos los que esperaban la redención. Luc 2:38

f. Sus discípulos siguieron a Jesús. Porque él era el Hijo de Dios. Jua 1:49

g. Después de la resurrección, juntos, esperaron la promesa. Juan 21:2; He 2:1

               

C. Bautiza y constantemente llena.

El Bautismo del Espíritu Santo solo es mencionado por los Evangelios y fue mencionado por Juan el Bautista. Marc 1:8. Juan el Bautista les anunció a todos, que el que viene tras de Él, refiriéndose a Jesús, era el que bautizará en Espíritu Santo y fuego. Luc 3:16. El Bautista les dijo que él los bautizaba con agua, pero Jesús los bautizará con Espíritu Santo. Mat 3:11.

 

Jesús habla del Espíritu Santo como guía, consolador, vida y verdad, investidura. Jesús lo mencionó también, como si fuera un río de agua viva, en el interior, de las personas. Por la nueva vida, en el Espíritu. Porque el Espíritu da testimonio a la persona. Y se dice en el evangelio de Juan; que lo recibirán cuando Jesucristo fuese glorificado. Juan 7:38-39.

 

Se describe en el libro de los Hechos cuando lo recibieron; como poder para ser testigos de la verdad, y los llenó para hablar las maravillas de Dios del Señor Jesucristo. He 1:8; 2:4; 4:31. Y en las cartas apostólicas, se insta a ser llenos constantemente de su Espíritu. Efes 5:18. Por otra parte, oran para ser llenos del conocimiento de su voluntad, en toda sabiduría e inteligencia espiritual. Col 1:9.

 

Por todo lo antes dicho, décimos que el Bautismo en El Espíritu Santo, es ser llenos de su Espíritu Santo, para conocer toda la verdad de su propósito de redención. Para poder adorar y alabar a Dios y conocer cuál es su voluntad para con nosotros sus santos. 

 

El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu que somos de Dios. Rom 8:16; y si somos de Dios debemos llenarnos de Él. ¿Cómo? orando y leyendo su palabra. Pidiendo a Dios que su Espíritu nos llene para conocerlo y entenderlo.

 

Porque Dios nos dijo en el libro del profeta Jeremías; gloríese en esto, el que ha de gloriarse en entenderme y comprenderme; que Yo Soy Dios. Jer 9:24.

 

En este orden de ideas el Espíritu Santo nos garantiza la redención de nuestra Alma. Nos da el poder para ser sus testigos, nos llena para fortalecernos y resistir todo lo concerniente a ser testigo de su verdad, ya que no de todos es la fe, y no de todos es el creer.

 

En este mismo orden, tendremos dificultades, aflicciones, persecuciones, calumnias y luchas. Pero debemos confiar en Jesús, como él mismo lo anunció.  Juan 16:33. Y si en verdad sucede, somos vituperados por su Nombre. Somos bienaventurados. Porque quiere decir; que en nosotros reposa el glorioso Espíritu de Dios. 1 Ped 4:14.

 

D. Glorifica a Jesucristo por su obra.

El Espíritu Santo glorifica a Jesucristo en nuestros corazones. Juan 16:14. Esa es la realidad más eminente y principal de saber si estamos llenos de su Espíritu. Deseamos glorificar a Jesucristo, anhelamos conocerle más cada día y no nos sentiremos bien, hasta saciar el hambre de conocer más de su amor, de su verdad.

 

Más sin embargo Jesús nos advierte la blasfemia contra el Espíritu Santo, la cual no será perdonada jamás. Mat 12:32; Mar 3:29. Cuando los apóstoles empezaron a anunciar a Jesús, fue glorificado Dios. He 21:20. Y solo llamamos a Jesús Señor, es por el Espíritu Santo. 1 Cor 12:3.


Después que Felipe movido por el Espíritu Santo, se acerca al carro y le explica al etíope, el evangelio de Jesús. Felipe le dice; Si crees de todo corazón puedes, porque él quería ya bautizarse; Y él respondió: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. Esta es la verdad de la obra del Espíritu Santo. En este caso por la explicación de la palabra, creyó en su corazón, lo glorificó. He 8:34-38.

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